lunes, 11 de junio de 2012

¿Por qué EXIGIMOS? Analizando nuestra conducta



¡Qué palabra! Exigir

Empecemos por el final, y vayamos hacia la raíz de la circunstancia. Cuando hemos exigido a alguien que haga lo que nosotros queremos que haga, o lo que nosotros esperamos que haga, o lo que nosotros necesitamos que haga, llegamos a ese momento en un estado de frustración, ansiedad y rabia que no podemos controlarnos y explotamos agresivamente contra la persona que no ha hecho lo que nosotros pedíamos. Nos sentimos frustrados, porque las cosas no han salido como nosotros deseamos. Las cosas no se hicieron como nosotros esperábamos o habíamos pedido.

Nos enfrentamos la situación de Exigir, ya, desde el primer momento, en una actitud agresiva, en una actitud negativa, guerrera.

¿Por qué? Porque previamente, hemos dejado pasar muchas oportunidades de decir lo que pensamos, de decir que las cosas las queremos hechas de otra manera. Cuando nos vemos en la obligación de exigir, es porque estamos a punto de llegar a nuestro límite. No hemos sabido ser asertivos desde el inicio.
Me gustaría centrarme ahora en el diálogo interno, durante las etapas previas.
_Ante una situación que nos incomoda, que no nos gusta, hay veces, en las que no podemos hablar. Algo nos frena. Y eso que nos frena es un pensamiento, un diálogo interno. Nos decimos a nosotros mismos. Pero si esto es una tontería, no pasa nada, tengo que ser más tolerante, tampoco es para tanto, si me quejo por esto van a decir que soy muy puntilloso, muy caprichoso.


Para el momento de la “explosión” que es cuando la guerra puede iniciarse por cualquier chispa, nuestros pensamientos son distintos. ¿Por qué estallamos?

Porque luego de varios días, semanas, meses, años… de no decir nada, de aguantar, de no decirle a la persona implicada lo que nos molesta de ella, pero ya empezar a quejarnos de eso ante terceras personas; nuestro lenguaje interno, para este entonces ya ha cambiado. En lugar de decir que es “poco” ya hemos pasado a sentirnos incómodos con nosotros mismos, por no ser capaces de expresar lo que deseábamos.

Y nuestro lenguaje es:
_ No puedo ser tan tonto, ¡seré flojo!, como será posible que no pueda pedir esto, ya me estoy cansando de esta situación, será que no va a darse cuenta nunca de lo mal que lo hace, …. Y asi…. Seguimos con nuestro diálogo maldito.


Y teniendo en cuenta el ejercicio de la columna izquierda, podemos “desgranar” la situación de la siguiente manera.

Columna Izquierda                             x             Columna Derecha
Otra vez vuelve a llegar tarde            x    Hola, ¿había tráfico?
Será posible que no lo haga bien!      x
No puedo quejarme, debo ser buena  x
Persona, y las buenas personas no se  x      (solemos callar nuestra opinión, necesidad)
Quejan.                                                x
Me toma por tonto, no se da cuenta    x
que lo hace mal, parece que lo hiciera x       ¡¡¡¡¡Esto es un asco, todo sucio, no vez lo
a propósito, Ya Está, Me canse!          X                mal que esta??!!!

La persona a la que le hemos EXIGIDO, se encuentra sorprendida, paralizada por nuestra reacción agresiva, porque no "somos asi", no nos reconoce en ese ser agresivo, porque no solemos decirle nada, porque antes nunca nos hemos quejado, porque incluso solíamos hacer bromas sobre estos aspectos que ahora le recriminamos.

¿Qué ocurrió aquí?
Hemos sido educados en la conducta de la sumisión. En la conducta de la obediencia. Nuestra sociedad, nuestros padres, nuestros maestros y educadores, no han sido capaces de educarnos en la asertividad. Así como a ellos nadie les educó. Si tenemos la suerte de tener unos padres asertivos, creceremos siendo adultos emocionalmente sanos y socialmente hábiles. No es nuestra culpa, ni si quiera culpa de nuestros padres. Es parte de la vida, de la evolución de nuestra raza.


Por eso, LA ASERTIVIDAD, es algo que hemos de entrenar, que hemos de cultivar, que hemos e aprender a integrar en nuestra vida diaria. ¿De qué manera? Pues reconociendo nuestros derechos asertivos, aprendiendo a respetar nuestras necesidades, sin dejar de respetar la autoestima de los demás, al comunicarnos. 

Sobre cada momento en el que explotamos, podemos hacer un análisis profundo, y llegar hasta aquel derecho asertivo que no estamos respetando en nuestra vida. Podemos entrenarnos para superar esto, y en una o dos semanas, ser una persona mucho más sana, más segura, más confiada.

Un psicólogo evolutivo, llama a esta conducta, Agresiva Reactiva. ¿Por qué? Porque no es planificada, no es algo que uno premedita, no ataca por placer. Reactiva, porque está reaccionando a un menosprecio que nos hacemos a nosotros mismos, y “reaccionamos” explotando agresivamente contra la persona con quien no hemos sabido ser asertivos.

Por tanto, el problema no es de la persona que no ha hecho lo que yo deseaba. El problema es mío, que no sé ser asertivo y pedir que las cosas se hagan como yo quiero que sea hagan. Si pago un sueldo o pago por un servicio, además, es lo que se espera de mi, que pueda decir lo que quiero y explicar cómo lo quiero.

Autora: Viki Morandeira

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