lunes, 24 de diciembre de 2012

NAVIDAD, ÉPOCA PARA REFLEXIONAR


 Hablar de Navidad en este mundo tan convulsionado, no es precisamente tratar un asunto de carreras por el dominio del ciberespacio o cualquier otro tema trascendental, (como diría un amigo mío) que pueda ocupar cantidad considerable en una columna o espacio de un medio impreso, es más bien, hablar de una oportunidad para la unión, para la solidaridad, para la tolerancia e incluso para la reconciliación. 

Es lamentable que necesitemos esperar la llegada de diciembre como tendencia generalizada para recordar el nacimiento del niño Dios, cuando en realidad, Él nos puede acompañar siempre, si así lo deseámos. No es posible que esperemos la celebración de la Navidad para permitirnos ser felices, para animarnos a reír juntos, a soñar despiertos, a apartar a un lado ese cúmulo de problemas que nos agobian e incluso para que un significativo porcentaje de nuestros congéneres encuentre motivos suficientes para una reflexión compartida. Hablar de Navidad es pues, en el común de los venezolanos de fiestas amenizadas con gaitas, aguinaldos y villancicos; algarabía, regalos, hayacas, pan de jamón, pernil horneado y demás exquisiteces del arte culinario e incluso de tradiciones y costumbres importadas muy sospechosamente de otros países. Es el caso del árbol navideño y de Santa que aparecen en el escenario con la pretensión de sustituir nuestro tradicional pesebre. Con relación al primero, es importante aclarar que es una tradición oriunda de los países escandinavos y que fue propagándose en el resto de países del hemisferio norte, en la estación de invierno donde en noches oscuras y con frió por debajo de cero grados, adornaban los abetos con luces y bombillas con la intensión de dar la sensación de calor y abrigo, mediante efecto de reflexión y refracción, en esa gélida época de nieve y que le hayamos adoptado en nuestros países entre trópicos con tanto calor, suena algo contradictorio, ¿no les parece?. Con relación a Santa, no es más que un ardid comercial mediante un mensaje subliminal bien concebido que pretende suplantar por una absurda costumbre mercantilista de llenar debajo del susodicho árbol con regalos, al regalo más importante que se nos obsequia no solo en diciembre, sino cada mes del año: Jesús fue nuestro más importante regalo en el pesebre. Que sirva esta reflexión para darle un verdadero significado al pesebre o nacimiento; no se trata de un adorno más con muchas luces multicolores, escarcha, abundante musgo, por cierto en detrimento de nuestro ambiente, y otros elementos para pretender hacer del mismo, un espectáculo para propios y extraños; muy por el contrario, debe ser un sitio de mucha humildad que nos permita sentir el espíritu de amor y servicio experimentado por pastores y reyes magos, quienes tuvieron el privilegio de contemplarle y adorarle personalmente, y para ello lo propicio es la reunión en torno a él y en familia orar durante la novena que también es otra de las tradiciones por antonomasia la cual ha ido desapareciendo de nuestros hogares, así como las misas de gallo o de aguinaldos. Finalmente, mis votos sinceros son porque no nos obnibulen las luces artificiales de árboles adornados espléndidamente dejando ausente en nuestro hogar al autor de la expresión: "Yo soy la luz del mundo" A todos los usuarios de este Portal, que pasen una Navidad llena de valores que nos permitan llamarnos hijos de Dios. 

.Autor: Hermes Varillas Labrador
[GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD]--

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